Comunicación audiovisual, Ciber/Hackfeminismo y TRIC para el desarrollo | Marta García Terán
Una de esas canciones que están dentro de mi imaginario desde antes de tener conciencia es «Nicaragua Sandinista» de Kortatu. Poco podía pensar siendo chavala que Nicaragua llegaría a ser mi hogar, un país en el que me he sentido querida y arropada por su calor, por sus cielos azules y su gente linda.
Recuerdo a finales de 2010, hace ahora exáctamente 5 años, el calor de Managua golpeando mi cara al salir de la terminal del aeropuerto, los árboles de navidad sembrados en todas las rotondas, los altares a la purísima en ebullición y mis ganas de conocer este país lleno de historia, una historia que no era ajena, que era conocida gracias a la constante solidaridad de Euskal Herria con Nicaragua desde los años 70.
Recuerdo que en esas últimas semanas de 2010 la gente se sorprendía del conocimiento que tenía de la historia de Nicaragua, de su arte, de su música y su literatura. Quien no conoce a Rubén Darío, y ya llevaba tiempo leyendo a Gioconda Belli e incluso a Sergio Ramírez al saber que iba a vivir por estos lados. Para ir más atrás en el tiempo y en mi memoria, no tendría ni 8 años la primera vez que ví a Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina en Mamariga durante las fiestas del barrio. Cómo no conocerme y reconocerme en esta Nicaragua de la que ahora soy parte.
Por eso ahora, cuando vuelvo a mi patria matria, en las tascas de mi barrio me reciben con «Nicaragua Sandinista». Más allá de lo histórico o político, para mí es un canto a la idea de que hay revoluciones posibles por hacer en el mundo (como la revolución feminista).