Comunicación audiovisual, Ciber/Hackfeminismo y TRIC para el desarrollo | Marta García Terán
Por estas fechas siempre me acuerdo de Soziedad Alkoholika (S.A.) y su canción «feliz falsedad«. Es inevitable.
No puedo evitar pensar en la felicidad de lata que nos venden estos días en medios de comunicación plagados de sonrisas, regalos caros y color rojo. Imágenes en los que pareciera que no hay personas que se mueren de hambre, guerras en diferentes rincones del mundo, o que todas estamos cerca de quienes queremos estar cerca sin impedimentos.
Pues no, el mundo no se para porque sea finales de diciembre y todo lo bueno de las personas, y sobre todo, aquellas cosas malas siguen estando.
Para mí estas fechas son un sinónimo de capitalismo salvaje y por eso no me gustan. Esto no es nuevo, opinaba lo mismo siendo una adolescente en los últimos años del milenio pasado, por eso la coreábamos diciembre tras diciembre. Opinaba igual a finales de los 2000 al abrazar el decrecentismo a través de la promoción del trueque en Bilbao, y opino ahora a pesar de tener la casa iluminada, porque siempre hay concesiones en la vida.
Así que desde aquí les desearé simplemente un «feliz año nuevo», Urte berri on guztiontzat!
Pues para mi diciembre es el más triste de todos. Obviando el mercadeo, es la evaluación del año y el sufrimiento de mi madre, que año con año desea ver un cambio por lo mejor. Pero fines de diciembre es necesario, porque el empleador poco le vale que vivamos en su sistema de fabrica, de agotar existencias. De maltratar el espíritu, enjaulandolo a como fuera. Por su libertad financiera, fines de diciembre es para mi el limbo en que podemos sembrar sueños o cosechar desgracias.
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